Si alguna vez has oído hablar de Emilie Flöge seguramente sea como la musa de Gustav Klimt y protagonista de muchas de sus obras. Sin embargo, esta modista vienesa hizo mucho más que aparecer con su amante en el famosísimo cuadro «El Beso» (se dice que los enamorados de esta obra son Klimt y Flöge).
Adelantada a su tiempo, Emilie pasó de ser una humilde costurera a principios del siglo XX, a convertirse en una diseñadora de vanguardia con su propia tienda, desde la que seguía de cerca a grandes de la época como Coco Chanel o Christian Dior.
Tras conseguir cierta fama por sus innovadores diseños, inspirados en la alta costura de París, Flöge conoció al pintor Gustav Klimt, con el que inició una relación sentimental que la convirtió en protagonista de muchas de sus obras.
En esta galería de imágenes podemos admirar el magnético estilo de la modista, en el que destacan las prendas de llamativos estampados que el propio Klimt reinterpretó en sus obras.
“Ve a buscar a Emilie” fueron las últimas palabras que dijo Gustav Klimt poco antes de morir de un infarto en 1918. De entre todas las mujeres que el artista austríaco pintó, admiró y a su manera, amó, fue a la empresaria Emilie Flöge, su compañera de vida, a quien dedicó su último aliento.
Final de siglo XIX. Viena. Los polisones, los metros de tela y la ceñida cintura de avispa de una anoréxica Sissi marcan la pauta entre las damas del momento. Contra la ropa encorsetada, varias figuras, ligadas a la efervescencia intelectual y artística de la capital, defendieron unas prendas que ‘liberasen’ el cuerpo femenino de la tiranía de la moda. Flöge encabezaba en Viena ese ‘vestido reforma’, de tejidos vaporosos y siluetas más amplias y fluidas que diseñaba para su tienda, la casa de costura Schwestern Flöge (Hermanas Flöge).
En la comercial Mariahilfer Strasse de la capital, Emilie, junto con sus hermanas Heléne y Pauline, abrió en 1904 una tienda en el piso superior del famoso edificio Casa Piccolo, justo encima del café que daba nombre al inmueble. Mientras Emilie se encargaba de los asuntos artísticos y del taller, que llegó a incluir a 80 costureras, Pauline dirigía la parte de oficina y Helene se hacía cargo de los clientes. Para empaparse de las tendencias, Emilie viajaba varias veces al año a París y Londres, desde donde traía los más novedosos textiles que adaptaba para las figuras más opulentas de la sociedad vienesa. Aunque ella prefería los modernos trajes reforma, demasiado adelantados para aquel entonces, la casa de costura sobrevivió gracias a las ganancias de la alta costura más tradicional.
Schwestern Flöge bien podría pasar por un antecedente de concept stores como la recién desaparecida Collette o Dover Street Market. La estrecha vinculación de Emilie con la Wiener Werkstäte, la asociación vienesa que integraba artistas, arquitectos y diseñadores del momento, hizo que su local fuese el epítome de lo moderno tanto en la estética como en el concepto de tienda. Fue considerado uno de los primeros ejemplos de interiorismo comercial concebido como una obra de arte completa: elegantemente amueblado al estilo art-nouveau de la Wiener por Joseff Hoffmann y Koloman Moser, miembros destacables de la asociación, el propio Gustav Klimt les diseñó el logo de la firma.
La casa de costura Schwestern Flöge sobrevivió hasta 1938. Con la ocupación nazi de Austria, y con la mayoría de sus clientes de ascendencia judía, las hermanas tuvieron que echar el cierre a una tienda que durante 34 años fue el lugar donde las mujeres más progresistas de Viena hacían el peregrinaje. Las Flöge no tuvieron competencia en la capital hasta que la propia Wiener abrió su departamento de moda, en 1911.
Fuentes:
https://www.salirconarte.com/magazine/emilie-floge-la-revolucionaria-modista-inspiro-gustav-klimt/